IBM presenta un procesador cuántico cuya potencia no puede ser simulada por ordenadores convencionales
IBM ha presentado Eagle, un procesador cuántico de 127 qubits. Que gracias al desarrollo de su sistema de empaquetado 3D, duplica la capacidad de cálculo del nuevo procesador a la del chino Zuchongzhia, convirtiéndose así en el más poderoso hasta la fecha y poniendo a la empresa estadounidense en ventaja frente a la carrera mundial por producir el primer ordenador cuántico de uso comercial.
“Eagle es un hito porque supera la barrera de los 100 qubits. Ha llegado ya al límite en el que ya no se puede simular su potencia de cálculo con procesadores clásicos”
Derribando barreras físicas!
Como su nombre indica, la computación cuántica aprovecha la naturaleza cuántica fundamental a niveles subatómicos para ofrecer la posibilidad de una potencia de cálculo enormemente mayor. Los ordenadores convencionales trabajan con un sistema binario (0 y 1), de allí el término «digital». Los bits se traducen en el mundo físico en pequeñas corrientes eléctricas que se producen en los transistores. En un chip moderno de última generación hay miles de millones de transistores, capaces de realizar complejas operaciones en segundos. Sin embargo, por más que se avance en la miniaturización, se limita la capacidad de meter más transistores en un solo chip.
Es aquí cuando la computación cuántica derriba barreras con una propuesta desafiante; en vez de usar transistores que limitan su cantidad en chips convencionales y que solo pueden generar estados 0 y 1, se utilizan los llamados bits cuánticos, o qubits, que pueden estar en 0 y 1, pero también en una superposición de ambos estados, así como en otras propiedades como el entrelazamiento cuántico, posibilitando una capacidad de computación exponencialmente mayor.
Haciendo frente a un panorama desconocido!
Así como la computación cuántica representa grandes ventajas y avances, también es importante analizar el panorama completo a futuro y previsualizar los posibles retos a los que nos enfrentamos y como todos los avances tecnológicos la responsabilidad que acarrean detrás.
Estos chips emplean una infraestructura de microondas, trampas de iones o anillos superconductores. Los ingenieros han tenido que afrontar problemas como la refrigeración del procesador (los qubits necesitan operar en temperaturas cercanas al cero absoluto, -273 grados) o el aislamiento total de su entorno, en tanto que cualquier interacción (como el ruido) puede desestabilizarlos.
Es difícil saber hasta dónde llegarán estos nuevos ordenadores. Por lo pronto, se espera que impulsen significativamente la investigación de nuevos materiales, el desarrollo de medicamentos, la exploración del universo o que resuelvan problemas relacionados con el aprendizaje automático (machine learning), la técnica de inteligencia artificial más prometedora del momento.
La criptografía que se usa hoy en día quedaría al descubierto cuando la computación cuántica alcance cierto estado de madurez…
“Si creas una tecnología revolucionaria también tienes la responsabilidad de mitigar los riesgos que trae consigo”, opina Nazario. “En este caso se han desarrollado otros mecanismos criptográficos que la computación cuántica no puede romper. Las instituciones que quieran mantener a salvo sus datos durante décadas deberían apostar ya por esos métodos”.
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